¿Alguna vez te has preguntado qué significa estar enamorado? Mejor dicho, ¿qué es lo que nos hace estar enamorados? La respuesta rápida sería decir que se produce por una atracción física o mental hacia otra persona. Pero quizás eso choque con la creencia de que solo podemos estar enamorados de una sola persona a la vez.
Si lo pensamos un poco más, nos damos cuenta de que no nos enamoramos de algo o alguien en sí, sino de lo que esa persona o experiencia nos hace sentir. Como dijo Antoine de Saint-Exupéry:
«Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección»
Y aquí entra la ciencia: cuando nos enamoramos, el cerebro libera una combinación de dopamina, oxitocina y serotonina, creando una explosión de sensaciones que nos hacen sentir eufóricos, conectados y un poco obsesionados. Es lo que algunos llaman “la química del amor” Pero no es solo una cuestión biológica, es también psicológica. Según la teoría triangular del amor de Robert Sternberg, el amor se compone de tres elementos: intimidad, pasión y compromiso. Y dependiendo de cómo se combinen estos tres, podemos sentir diferentes tipos de amor.
Lo mismo sucede en marketing. No nos enamoramos de los productos o servicios, sino de las experiencias y las emociones que nos generan. Nos enamoramos de marcas que nos hacen sentir bien, que compartan nuestros valores, que cuentan historias en las que nos vemos reflejados. Son aquellas campañas que parece hablarnos directamente. Ese “flechazo” no ocurre por casualidad; es fruto de una estrategia diseñada para apelar a nuestras emociones.
En comunicación, ocurre lo mismo. No es solo lo que decimos, sino cómo hacemos sentir a la audiencia. Como dijo Maya Angelou:
«La gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo los hiciste sentir»
Y esa es la clave tanto en las relaciones personales como en el marketing, generar emociones que conecten, que se queden grabadas y que provoquen esa necesidad de repetir la experiencia.
Enamorarse es querer volver a sentir una y otra vez esa sensación placentera. Con las personas, con las marcas, con las historias que nos tocan y nos marcan.